jueves, 19 de marzo de 2009
El funeral de Daniel Bavoir
El cielo gris de Londres avecinaba una terrible tormenta, gritando salvaje contra el póstumo Bavoir.
Grandioso y exclusivo funeral. Sólo tres personas que lloraban a un hombre al que apenas conocieron.
Mientras lamentaban su pérdida, me distraje paseando entre las lápidas cercanas, observando tras de ellas la conmovedora escena.
El ataúd con el cuerpo sin vida descendió y los enterradores comenzaron su trabajo. Poco después, la familia comenzó a irse.
Alexandra, la condolida hermana, volvió sobre sus pasos y se desplomó sobre la lápida de Daniel. Entre sollozos, conseguí diferenciar mi nombre.
Las lágrimas tienen un poder extraño...
Una sola lágrima podría iniciar la más cruel de las batallas, pero al mismo tiempo, puede curar el corazón más enfermo.
La madre de Daniel agarró fuertemente a Alexandra por los brazos, intentando darle fuerzas. Su hija se le abrazó y juntas avanzaron hacia la salida del cementerio.
Los enterradores terminan su trabajo y todo el mundo se marchó, dejándome el camino libre para visitar la tumba de mi antiguo conocido.
No me atreví a tocar la lápida, impregnada por el dolor de las lágrimas de su hermana. Me pareció poco apropiado ya que ella no debía ser culpada por algo que no hizo.
Pero más allá del dolor de Alexandra, el destino de Daniel se había cumplido.
¡ Descansa en paz Daniel Bavoir, heredero de la cobardía y príncipe de las ratas!


