jueves, 19 de marzo de 2009

París


3 meses antes...

Sois muchos los que habréis leído en todos los periódicos sobre el desagradable y trágico incendio del Montparnasse. Pero muy pocos sabréis la verdadera historia de lo sucedido.
Pero no nos precipitemos, debéis conocer muchas cosas antes de llegar a ese punto.
Eran las diez y media de una oscura y distraida noche del París más alocado.
Nuestro amigo Michel de Chantant presentaba en un cabaret de renombre su obra más polémica hasta el momento, "Les Indèpendants".
La euforia provocada por el champagne, las mujeres y la obra, llevaron a Michel a la terraza de tan pintoresco local, donde esperaba recuperarse respirando un poco de aire.
Incluso creyó alucinar cuando vio aparecer ante sí una figura de mujer con vestido rojo. Pensó que era una de las chicas del local, así que le dijo que se marchara.
La chica se le acercó al oído y le susurro:
- ¿Acaso has podido olvidarme?
Michel tuvo que agarrarse a ella para no desplomarse.
- ¿Red?, ¿Eres tu, Red? Qué diablos haces aquí. Me dejaste tirado junto al Sena...
- Y veo que no has llegado muy lejos- respondió ella- Será mejor que te saque de aquí, antes de que me vean.
Minutos más tarde, Michel fue violentamente despertado en una habitación que no lograba reconocer. Red estaba junto a él, sentada en un cómodo sillón.
Cuando logró recomponer en su cabeza lo que había pasado, sintió deseos de dejarla allí tirada, pero no podía hacerlo. Siempre se sintió demasiado atraído por ella.
- Deberías tratar de ser útil. Agarra mi brazo, tengo que ponerlo en su sitio- le dijo
Red con la voz entrecortada.
Tras las dolorosas curas, ella le contó que había encontrado el refugio de Ernesto. Incluso tenía un plan maestro para terminar con su vida.
Pretendía colarse por las catacumbas y acceder a la casa de ese tipo.
Enseñó los planos a Michel, tenía estudiado cada movimiento, pero él parecía más interesado en sus piernas.
- Necesito besarte- le dijo a Red.
Pero ya sabía que Red no besaría sus labios, no era amor lo que la impulsaba. Sin más, invadido por el cansancio, decidió irse a dormir.
Mientras dormía, Red continuó con sus planos e ideas. A ella le daba igual no dormir, no era importante.
Sin embargo esa noche y sin que nadie excepto ella misma lo supiera, se acercó a la cama donde dormía Michel. Le miró durante unos minutos y pensó en una vida muy diferente.
La vida que hubiera podido vivir.
La vida que le arrebataron...
Una lágrima resbaló por su mejilla. La primera desde hacía mucho.
No tuvo más remedio que dar a Michel un delicado beso en la comisura de sus labios.
Pero Red no permitió que nadie se enterara de ésto, ni siquiera se permitió recordarlo.
Su vida era otra ahora...

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